viernes, 19 de agosto de 2011

¡Ay! Si sólo fuera eso...



Cada día que leo el periódico, salgo a la calle o, simplemente, vivo, peco (¿como buena atea? No, como persona normal). Peco en todos y cada uno de los pecados capitales. Lujuriosamente al saborear el néctar de la vida. Peco de gula al abrir una bolsa de patatas y querer comérmelas todas. Peco en la avaricia, Tomás de Aquino escribió que la avaricia es “un pecado contra Dios, al igual que todos los pecados mortales, en lo que el hombre condena las cosas eternas por las cosas temporales”, ¿una mirada fugaz y llena de complicidad es menos que el amor eterno?. Peco por pereza cada vez que me levanto y pienso “Cinco minutos más”. Peco cuando me hierve la sangre al ver toda la parafernalia de la visita del Papa (es la primera vez en la vida que siento la ira recorriéndome el cuerpo). Peco al morirme de envidia por la gente que no pasa agosto en Madrid. Y peco soberbiamente cada vez que peco.

Parece ser que no tenemos bastante con pecar y fallar a la moral cristiana (¡Ay! Si sólo fuera eso…) también tenemos que aguantar la penosa situación del país, que nos identifiquen como perroflautas y que nos desalojen a porrazos y patadas de un lugar público. Eso no es suficiente, no, además tenemos que soportar la financiación de la JMJ por parte del Estado, que los peregrinos (porque son peregrinos y no meapilas o retrógrados) se planten en la Puerta del Sol (¿no era que iban a prohibir la marcha laica porque podía provocar? ¿Qué hacían, entonces, esos ahí? ¿Por qué no los desalojaron a ellos?) y que nadie denuncie las cargas policiales de los últimos días. ¿En serio no hay nadie que vaya a tomar cartas en el asunto? ¿Quién responde de ello? 

Quizá pequemos por ignorancia. Por pensar que las fuerzas de seguridad del Estado están para proteger a los ciudadanos, por tener una conciencia errónea de lo que es vejatorio y vergonzoso, quizá pequemos simplemente por pensar.

Os dejamos unos enlaces escalofriántes:

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