lunes, 11 de abril de 2011

Los súbditos de Las Princesas del Pueblo

Parece que los héroes de hace un tiempo han decidido colgar la capa para subirse a un par de tacones y ganarse a su público blasfemando y soltando tacos cual verdulera de barrio. Se comprende que sí. Está de moda se inculto y “lo que vende” es ser uno mismo en televisión. Entiéndase por uno mismo como la peor de las conductas si esto te hace llegar lejos en la parrilla televisiva.

Belén Esteban protagoniza cada día tres horas de un programa, cuyo contenido se basa en sacar trapos sucios de sí misma y de sus propios colaboradores. Es una especie de show de Truman, pero de cine español. Y por qué no, dado el flamante éxito de este formato, cada vez son más los programas y cadenas que apuestan por ofrecer historias del mismo calibre. Y no digo yo que no guste. Pero lo que empezó siendo un circo de romanos, ha acabado convirtiéndose en un circo didáctico que promueve la ordinariez y el desinterés de ser culto.

Si con la telerrealidad Telecinco ya llevaba más de 10 años lucrándose a base de grandes hermanos, ahora su tendencia morbosa y sensacionalista se termina de afianzar con un público que disfruta de las banalidades de las que se atribuyen el pseudonombre de “Princesas del Pueblo”. No sé a qué pueblo se refieren, pero desde luego al mío, de momento, prefiero pensar que no.

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